"Todos los caminos llevan a Roma" -dice la sabiduría popular- así, todos los senderos, pasillos cubiertos, rampas y jardines que conforman la Ciudad Universitaria de Caracas están armónicamente
relacionados para el disfrute y la estadía de sus ciudadanos. Construida como
la antigua Atenas: la Ciencia, la Cultura y el Deporte son las tres áreas que componen en campus. Un
gran complejo urbano que fue galardonado por la UNESCO en el año 2000 como Patrimonio de la Humanidad. De esta forma, se busca e invita a preservar este espacio como un tesoro de Venezuela para el mundo, obra maestra del urbanismo moderno… y
ejemplo sobresaliente de los ideales artísticos del Siglo XX.
Muchos
secretos atesorados en la cotidianidad guarda este recinto, uno
de ellos está ubicado en el interior de la capilla del Hospital Clínico
Universitario, un espacio íntimo inicialmente destinado para ser capilla
velatoria, ubicado en el extremo sur del Instituto Anatomopatológico, con
entrada independiente, hoy es casa del Santísimo Sacramento, bajo la administración de la Iglesia Católica Diocesana. El proyecto original de la Capilla "Santa Bertilia" se
ubica en el área del Conjunto Médico. Fue erigida entre 1945 y 1952, e inaugurada el 12 de abril de
1954.
La Capilla "Santa Bertilia" es la única edificación de uso religioso
diseñada por el Arq. Villanueva
para el campus de la Ciudad
Universitaria de Caracas, y constituye una síntesis excepcional de los
elementos de la modernidad utilizados
por el maestro en lo relativo a las
formas, uso de materiales, manejo de las condiciones tropicales, e
incorporación del arte.
Sobria, humilde y geométrica, de paredes blancas y techo abovedado; al entrar en este íntimo espacio, impacta gustosamente al espíritu y al los sentidos: la frescura, la luz natural que penetra por un lateral, el olor a espacio sagrado y la monumentalidad de la obra del artista margariteño Francisco Narváez.
Sobria, humilde y geométrica, de paredes blancas y techo abovedado; al entrar en este íntimo espacio, impacta gustosamente al espíritu y al los sentidos: la frescura, la luz natural que penetra por un lateral, el olor a espacio sagrado y la monumentalidad de la obra del artista margariteño Francisco Narváez.
…un
mural...de tema religioso... Con un concepto de escultor más que de
pintor, el artista consigue una composición esquemática en la que prevalece la
forma del Cristo crucificado y de los ángeles que le rodean…[1]
Una
obra de tal calidad expresiva, con un lenguaje figurativo de gran vigor, es una
escena paralela a la crucifixión -ésta es reflejada esquemáticamente, en la esquina inferior derecha-, dando protagonismo a la Glorificación del Dios-Vivo en el
centro de la obra, es un joven Cristo de complexión robusta y rostro sereno, cercada su cabeza por una corona
de espinas que emula una diadema humilde y sin brillo, es un Cristo al que apenas le brotan sutiles gotas de sangre, envuelto en un aura celestial
–que con el paso del tiempo a perdido el vigor del amarillo para difuminarse
con el blanco de muro-, una atmósfera que rompe con las leyes de la física, el
manto que cubre su zona inferior se extiende de derecha a izquierda, y las
figuras angélicas -sin alas-, de jóvenes de largos cabellos, contemplan al
crucificado con igual serenidad, ninguna alcanza a tocar al Cuerpo de Cristo. Movimiento y quietud: Es como si durmiera, o ascendiera por su propio poder a un lugar más allá, estamos
presenciando un misterio, la Gloria del Crucificado, la Majestad del Cristo
Universitario.
El
color es el elemento plástico-formal que domina y construye las formas, el
color se hace luz y los blancos surgen como aprovechamiento del fondo del muro.
Una pincelada gruesa y ágil vibra por toda la obra, la realidad es tan dinámica
como maravillosa.
El signo de la cruz es apenas una referencia, gris, tan sólo la sugerencia de una sombra velada desde una perspectiva cenital, un marco se ofrece como ventana que se abre ante nuestros ojos expectantes, la personificación visual del Hombre-Dios que marco tiempo –por Él nuestra historia se divide en dos-, que transforma la muerte en vida.
El signo de la cruz es apenas una referencia, gris, tan sólo la sugerencia de una sombra velada desde una perspectiva cenital, un marco se ofrece como ventana que se abre ante nuestros ojos expectantes, la personificación visual del Hombre-Dios que marco tiempo –por Él nuestra historia se divide en dos-, que transforma la muerte en vida.
…una
versión en la cual el pintor elabora alrededor de la imagen principal un coro
de figuras en movimiento, muy características de la imaginería del autor, dando
lugar, además de la imagen dominante a una singular turbulencia celestial.[2]
La
singularidad que lo envuelve, la potencia arrolladora de su presencia en el
espacio en el que es representado, lo identifica
como El Cristo Universitario. Hacer un ejercicio de interpretación patrimonial a partir del reconocimiento de las características contextuales y conceptuales
del recurso, en la Capilla y su mural son un todo a valorar: En la propuesta del
arquitecto Carlos Raúl Villanueva, junto a los postulado de la arquitectura moderna, la simplificación de
las formas, el uso de nuevos materiales como el concreto armado, y los valores de la tradición colonial, el respeto por la función del espacio y
la incorporación de la naturaleza, un clima tropical y el aprovechamiento de la
luz natural.
La
Capilla "Santa Bertilia" y el Mural de Francisco Narváez, al que hemos
bautizado El Cristo
Universitario, son una muestra más
de que la Ciudad Universitaria de Caracas es un ejemplo extraordinario de arquitectura moderna, un tesoro de la venezolanidad y un legado para la
humanidad, un espacio artístico, arquitectónico, académico para el
encuentro con la fe, de belleza, funcionalidad, integración: de valor excepcional,
que requiere de cuidado, atención y
valoración sostenible y sustentable.
Gracias por LEER-ME
Comenta
Comparte
[1] A. Granados, Guía. Obras de arte de la Ciudad Universitaria de Caracas , p. 59
[2] S. Hernández, En Busca de lo sublime, p. 163
No hay comentarios:
Publicar un comentario