Comparto con la mayor sencillez que puedo, mi testimonio acerca de la construcción del icono de Nuestra Señora María "Dispensadora de Las Gracias Santas", con la ilusión de haber contribuido de una manera muy sencilla al través los talentos que el cielo nos ha regalado.
Esta pintura al óleo de 30 x 40cm, fue plasmada en la Cuaresma del año 2008, en la ciudad de Caracas, Venezuela. Realizada a cuatro manos bajo la dirección de Damian Paz, por quienes con el mayor esfuerzo trabajaron durante 8 días continuos, día y noche para que la humilde pieza estuviese terminada antes de la Semana Santa.
Bajo la asistencia del Espíritu Santo y la amorosa presencia de Nuestra Señora se elaboró en un ambiente familiar, de hermandad y felicidad celestial en medio de lo cotidiano. Damián Paz diseña el icono, los primeros trazos, abocetando en la medida en que el visionario Carlos Cassano le narra los gestos, ademanes, facciones de la Madre Santa y la experiencia particular de la primera aparición.
Días pasaban ¿Cómo realizamos las flores- que representan el pedacito de paraíso- que Ella trae consigo? Entonces Judith Sánchez, dispuesta con piadosa asistencia llega a la casa de Juan Arevalo –lugar que durante esos días se convirtió en el taller de pintura del cielo, pues la vivencia no fue nada común, esta diligente amiga, madre, maestra que nos ha recibido en su casa en numerosas ocasiones pero principalmente en su corazón, con la misma emoción realiza las primeras flores, desde la esquina superior izquierda hasta la esquina inferior derecha de la pieza, así destacan las rosas símbolo de la Virtud de la Caridad, las calas de la pureza, el girasol la obediencia, las violetas como pequeños puntos casi desapercibidos que representan la virtud de la humildad.
Con la prontitud del arduo trabajo, acudimos a María José Da Silva, reconocida artista plástico venezolana, quien realizó la nube que rodea la imagen de Nuestra Señora, esta nube de luz es el Soplo del Espíritu Santo, con gran destreza -debo decir- María José realizó en pocos minutos incluso las flores que completan el arco desde la esquina inferior derecha hasta la parte superior de la pieza, tomando como referencia las ya realizadas por Judith como un efecto de espejo, las flores se corresponden con gracia y simetría entre enredaderas de hojas, luz y nube.
Si los ojos de la fe nos permite apreciar, la nube blanquecina posee pequeños núcleos –solo abocetados- que por la falta de tiempo no se llegaron a concretar los rostros de los angelitos, bebes alados, querubines. La imagen juvenil de Nuestra Santísima Madre está rodeada de una luz dorada como la Mujer vestida de sol (reseñada en el libro del Apocalipsis, capitulo 12) que nos viene a preparar a las bodas del Cordero.
Carlos afirma que Ella viene vestida de novia, con un velo largo, sobre su cabeza dos rosas bebé sostienen el velo simbolizando la blanca pureza y la rosada ternura, como aquella virtudes que los cristianos han de esforzarse en desarrollar en estos tiempos y no dejarse arrebatar por la rutina de una vida tecnificada. La ilusión de movimiento se hace presente en la posición de las extremidades superiores, la mano derecha reposa sobre su pecho y la izquierda extendida invitándonos a un cambio de corazón “Denme sus corazones y Yo les daré el mío”; yo creo que esto anuncia la pronta y gozosa llegada del triunfo de los Corazones de Jesús y María, advertida en Fátima –Portugal en 1917 en donde la Santa Señora nos dice “Al final mi Corazón Inmaculado Triunfará”.
Con las temblorosas manos de un servidor, el rostro juvenil se logró luego de mucha oración, borrar y rehacer, sin temor y con mucha confianza en Dios; la mirada cariñosa de Nuestra Madre Dispensadora se dirige a nosotros con ojos celestes, una leve sonrisa y una pequeña lagrima que le corre por su Inmaculado Rostro, nos invita a un encuentro personal con el Divino Dueño de la Gracias Santas Nuestro Señor Jesucristo. Y así, con lo máximo que se pudo reproducir, el joven testigo de la Dispensadora vuelve a su tierra natal –Cabimas, Estado Zulia- en donde por Gracia del cielo –la obra de arte pequeña y sencilla- se ha escarchado –según yo creo- como signo de gratitud de parte de Nuestra Señora para con sus pequeños hijos y la ofrenda realizada al acudir con diligencia en esta empresa.
Muchos detalles y pequeños secretos de la experiencia vivida he omitido buscando ser breve.
Gracias Señor por esta oportunidad de fe, esperanza y amor santo del cielo para con Tus pequeños hijos devotos.
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